martes, 13 de junio de 2023

 Cada punto se mueve a su manera

Para explicar esta aparente paradoja, los autores empezaron estirando un tejido hecho con hilo de pescar de nailon, de 51x51 puntos a punto de jersey (el más básico que hay). Fijaron los extremos y grabaron cómo cambiaba de forma y posición cada punto al estirar el tejido. Observaron que estos se movían en líneas rectas: los puntos de los lados se movían sobre todo en dirección horizontal, y los que estaban en el medio sobre todo en vertical. El tejido en su conjunto adoptaba la forma de un reloj de arena, algo similar a lo que se observa al estirar una banda de goma.

“Lo que nos encontramos es que las propiedades de la hebra no tienen un papel significativo en la forma que adopta el tejido cuando se deforma, sino que es la estructura que se le da al tejerla lo que tiene más influencia”, explica Poincloux.

 

A partir de esa información desarrollaron un
modelo capaz de predecir cómo se comportaría cada punto del tejido al aplicarles una fuerza tensora dependiendo de su posición dentro del conjunto y en relación con los puntos vecinos. En ese modelo, la hebra se desliza y se dobla, pero no se estira, y cada punto se desplaza de forma que se reduzca todo lo posible la energía necesaria para doblar la hebra allí donde hace falta para que el tejido se estire todo lo posible.

El modelo, explican los autores, serviría para analizar cómo se comportan estos materiales al moverse en tres dimensiones, dando pie en el futuro a tejidos que se doblen solos. Solo habría que tricotar estos tejidos inteligentes de forma que adoptasen una curva determinada al ser activados con el calor o con algún otro estímulo mecánico.

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